Pensamientos de una estudiante desesperada.
Son las diez de la noche y no he hecho ni poquita tarea. ¿Les suena? Yo sé que sí.
Les diría que soy una persona relax, y sí soy. Pero a veces me lo cuestiono cuando hago cosas como dejar de escribir en éste blog para cambiar el reloj de mi celular al formato de doce horas en vez del de veinticuatro. Me siento más inútil cuando veo que son las 22 horas y que no he hecho nada. Cosas tontas pues, pero cosas en las que me fijo.
Podría estar peor, eso sí. Podrían ser las doce.
Les digo, hoy no hice casi nada. Mi más grande celebración el día de hoy consistió en convencer a mi madre de que me comprara café con cafeína, que según esto para desvelarme/despertarme más fácil. Me cae que gastó en vano porque igual voy a acabar durmiéndome al terminar de escribir.
Ah, eso de que me puse a escribir cuenta como mi segunda celebración más grande de hoy. Estudio periodismo y aparte de reportes de lectura no había escrito na-da. Así que podemos tomar esto como una excepción rarísima de mi ritmo escolar normal. Digo, esto ni de chiste es una nota, ni una crónica. Es más bien como un desahogo. Pero si los blogs no sirven para eso, ¿entonces para qué?
No quiero escribir mucho porque si da la casualidad que alguien se atreve a abrir este post, prefiero que dicha persona no se aburra. (Si llegaste hasta esta parte del texto y no eres de mi familia: me agradas, te quiero, y te mando un abrazo desde mi cocina).
Creo que a lo que quiero llegar es que si de por sí no voy a hacer nada, mínimo quiero sacarle provecho. Súper contradictorio, ya sé. Pero hey. Unos parrafitos son mejor que nada.
Espero no ser la única estudiante desesperada por aquí.
Gracias por leer (or not).
Nats.